Misteriosos incidentes aéreos sin explicación

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Hemos visto accidentes aéreos de transbordadores espaciales en donde aparecían OVNIS, como en el caso del Challenger en 1986.

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También hemos visto este tipo de objetos apareciendo a toda velocidad en el desastre de la exhibición aérea de Lviv, Ucrania, en el año 2002.

 

El vuelo 19

Y lo cierto es que los casos de desapariciones o accidentes misteriosos en la historia de la aviación mundial no ha dejado de repetirse desde que los hermanos Wright comenzasen a conquistar el cielo a principios del siglo XX. Es célebre el caso del vuelo 19, nombre asignado a un grupo de aviones que partieron de la base de Fort Lauderdale en la tarde del 5 de Diciembre de 1945, tres meses después del final de la segunda guerra mundial. Los aviones eran bombarderos-torpederos Grumman TBM3 Avenger y llevaban combustible para volar alrededor de 1800 km. Cada uno de los cinco aviones contaba con un piloto y dos tripulantes.

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El vuelo 19

Hay un detalle curioso dentro de esa tripulación. El cabo Allan Kosnar pidió no salir con el vuelo 19 minutos antes de su despegue. Ante la prensa de aquel entonces declaró haber tenido un extraño presentimiento. Y otro detalle extraño. El propio jefe de la expedición, el teniente Taylor, se presentó con retraso y solicitó una sustitución para esa misión, algo que le fue denegado. ¿Sabían algunos miembros de la tripulación que la zona en la que iban a hacer las maniobras era peligrosa por alguna razón?

Vamos a hacer un repaso por las comunicaciones con la torre de control previas a la completa y total desaparición de aquellos cinco aviones. En aquellos momentos los aviones ya se encontraban de regreso a la base tras la maniobra.

15 horas y 15 minutos de la tarde del 5 de diciembre de 1945. Base de Fort Lauderdale:

  • Teniente Taylor: «Llamando a la torre. Esto es una emergencia. Parece que hemos perdido el rumbo. No podemos ver tierra…..repito…..no podemos ver tierra.»
  • Torre: «¿Cuál es su posición?»
  • Teniente Taylor: «No estamos seguros de nuestra posición. No podemos estar seguros acerca de dónde estamos. Parece que nos hemos perdido.»
  • Torre: «Tome dirección debida, hacia el oeste.»
  • Teniente Taylor: «No sabemos en qué dirección está el oeste. Todo anda mal……es extraño…..no podemos estar seguros acerca de ninguna dirección…….ni siquiera el océano tiene un aspecto normal.

En esta primera parte de las comunicaciones hay detalles interesantes: el primero: desorientación, como si hubiesen tenido un lapso de tiempo en el que no hubiesen podido darse cuenta de las evoluciones de su vuelo. Una ausencia, como la que muchos abducidos dicen experimentar. Segundo detalle: Imposibilidad de determinar las direcciones. Ninguno de los instrumentos de navegación de los cinco aviones funcionaba. No ven la costa, cuando deberían verla. El oceano es diferente ante su percepción. No están donde deberían estar, y según algunos teóricos del caso, de hecho su percepción en aquel momento está alterada. Un posible paso a otra dimensión en donde los colores son más vivos. A partir de ahí silencio. ¿Qué les pasó?

A las 15:30 h. se recibieron mensajes de diálogo entre los pilotos del Vuelo 19, en donde se confirmaba que efectivamente las brújulas y los aparatos de a bordo estaban completamente inservibles en los cinco aviones. En este momento el general de la base  ordena despegar a un hidroavión Martin Mariner.

A las 16:00 h. se escucharon las últimas transmisiones audibles del Vuelo 19. Y atención a las declaraciones de Taylor:

Taylor: «Parece que estamos….entrando en agua blanca……estamos completamente perdidos».

¿Qué era ese «agua blanca»? ¿Es posible que el vuelo 19 estuviese viajando sin quererlo hacia el ártico? ¿Qué tipo de ruta siguieron? Los radares militares perdieron todo rastro al inicio del incidente, y el hidroavión que fue a rescatarles también se perdió con las mismas circunstancias.

Es interesante el descubrimiento en los años 70 de cinco aviones TBM hundidos en el mar de esa zona. Parecería que el caso se habría resuelto. El problema es que las matrículas de los aviones e incluso el modelo de los mismos no se correspondían con los del vuelo 19. Había alguien que habría trasladado en secreto aquellos aviones con el objetivo de que fueran encontrados  así cerrar el caso. ¿Quien sería capaz de crear esa cortina de humo? ¿Y por qué?

Aquello pasó en el triángulo de las Bermudas, una zona que por mucho que haya sido desprestigiada con el paso de los años, sigue teniendo éste y muchos misterios sin resolver. La zona de los Roques, también tiene ha acumulado diferentes incidentes con el paso de los años pero no son las únicas zonas áreas sobre las que existe cierto misticismo. En esta peculiar lista podemos encontrar también el Triángulo de Formosa (entre las islas Gilbert, Taiwán y el atolón Wake), el Triángulo de Michigan (en la zona de los Grandes Lagos), el Mar de los Sargazos (una zona sin apenas corrientes marinas, junto al propio Triángulo de las Bermudas, en la que es prácticamente imposible navegar a vela) y el Mar del Diablo (una región del Pacífico a 100 km. al sur de Tokio).

 

Thomas Mantell

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Pero si hablamos de misterios aeronáuticos, deberíamos exponer el caso de Thomas Mantell, quien el 7 de Enero de 1948, al mando de un F-51 fue derribado por un objeto volador no identificado cuando sobrevolaba la región comprendida entre Fort Knox y Franklin en el estado de Kentucky. Las comunicaciones con la torre de control exponían que Mantell había tenido un encuentro con un objeto muy luminoso y sin alerones o timones de cola, que se movía a una increíble velocidad y que estaba violando el espacio aéreo de los EE.UU. Estos son los restos del avión malogrado de Mantell, el cual perdió supuestamente el control de su avión al sobrepasar una altura superior a los 6000 metros.

A las 14,45 horas, Mantell se comunicó con la torre de control del aeródromo diciendo los siguiente: «he visto el objeto, lo tengo ahora sobre la cabeza, trataré de aproximarme a él, para verlo bien… ahora lo tengo enfrente…, parece metálico… es de un tamaño tremendo… ahora se eleva y va tan rápido como yo (unos 600 Km/h), voy a subir hasta 6.000 metros y si no puedo alcanzarlo abandonaré la persecución…».

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Atención al detalle que desestima las teorías de Venus, o un globo skyhook. En todo momento Mantell habla de persecución. El detalle de la misma velocidad es interesante ya que ocurre exactamente lo mismo que en los avistamientos en el espacio. Se mantiene la misma distancia, sea cual sea la velocidad del aeroplano, o en su caso, el transbordador. Volviendo al caso, estudiamos las comunicaciones de los otros dos pilotos:

«…éste extraño objeto está demasiado alto para que lo alcancemos y además va demasiado rápido…»

¿Es posible que un globo de helio vaya más rápido que un F-51? La respuesta es claramente negativa. Además de los avistamientos en el cielo que acabaron con Mantell estrellado, el coronel Guy F. Hix, en compañía del teniente coronel Garrison Wood y otros oficiales, estuvieron observando el objeto a través de prismáticos de 8 aumentos. El mismo coronel Hix lo describió de la siguiente manera:

«…tenía la forma de una sombrilla, la mitad del tamaño aparente de la Luna y era de color blanco, excepto por una banda colorada que parecía girar…».

Los otros pilotos comunicaron entonces por radio que el objeto había desaparecido entre las nubes a una velocidad «espectacular», nada que ver con la de los globos aerostáticos. Ellos abandonaron la persecución, pero Mantell siguió ascendiendo. De repente  comunicó lo siguiente:

«…no consigo alcanzarlo, pronto tendré que abandonar la persecución…»

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Esto fué lo último que el piloto alcanzó a decir a la torre de control. Inmediatamente y ante el prolongado y extraño silencio que siguió a esa comunicación a la radio del aviador, la torre de control llamó reiteradamente a Mantell, pero éste jamás respondió. Ese mismo día, sobre el atardecer, el cuerpo sin vida del veterano piloto apareció cerca de los escombros de su caza Mustang F51 siniestrado, a unos 145 Kms. del campo de aviación.-

Según los datos recopilados por Ufopolis hasta el momento, el comportamiento de los OVNIS al respecto de estos desafíos aéreos suele ser evasivo, pero en ocasiones responden a la agresión, tal como le sucedió a un F-16 japonés, a un MIG cubano y a un caza ruso en el mar de Corea, entre otros muchos incidentes.

El caso Hyakuri

En el primero de estos casos, durante la noche del 9 de junio de 1974, se recibió en la base aérea de Hyakuri, cerca de Tokio, una llamada urgente. Se estaba produciendo un avistamiento OVNI sobre la isla de Hokaido, al norte de Japón, en el que se veían unas luces de un transporte aéreo sin identificar. Inmediatamente fueron enviados hacia allá en misión de reconocimiento el teniente coronel Nakamura y el mayor Kubota, quienes a las 23:10 horas lograban distinguir en la distancia unas extrañas luces. Una visión fascinante.

Nakamura, en previsión de lo que podía pasar, y teniendo en cuenta que el clima político de Asia estaba en plena guerra fría, comenzó a armar sus cañones de 30 mm de su avión Phantom en previsión de un conflicto aéreo, mientras Kubota se comunicaba con el control de tierra. Atención a sus comunicaciones:

  • Kubota.—Estamos a nivel ahora. ¡Vamos hacia allá!
  • Control de tierra.—Entendido. Su objetivo está a 10.000 metros de altitud; rango 16 millas a las 11; vire 10 grados.
  • Kubota.—Estamos virando ahora. No tenemos contacto visual.
  • C. de T.—Su objetivo está a 10.000 metros. Hay alguna interferencia por acá. Su velocidad es…, la velocidad de su objetivo es… ¡espere un segundo! ¡imposible!
  • Kubota.—Manteniendo curso. Todavía no hay contacto visual. Hable, ¿por qué dice «imposible»? Aún no lo vemos.
  • C. de T.—Nosotros sí, lo tenemos en nuestra pantalla; ahí está…, pero hay algo raro…
  • Kubota.—¿Qué pasa?
  • C. de T.—La velocidad de su objetivo es…, ¡no puede ser!, ¡tiene que haber un error! Estamos chequeando la velocidad…, pero no puede ser…
  • Kubota.—Pero díganme, ¿qué pasa?
  • C. de T.—Pero es que esto no se puede creer…, es algo…, estamos viendo que la velocidad de su objetivo es de 6.2 Mach. (6000 kilómetros por hora).

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Recreación.

Imagínense la cara de aquel piloto al recibir la información de que iba a perseguir a un objeto que se movía a esa velocidad. A los pocos segundos vieron algo: ahí estaban. Tres OVNIS lumínicos de color naranja volando en formación triangular.Estas son las declaraciones:

  • Kubota.—Los estamos viendo; tres objetos sin identificar a los 12 grados en punto de altura.
  • C. de T.—La velocidad que les dimos es correcta; además, sus objetivos están haciendo cosas extrañas; se mueven hacia arriba y hacia abajo y luego hacia los lados…

No hacía falta que se lo dijesen desde la torre de control; ellos mismos lo estaban viendo con sus propios ojos. El teniente coronel Nakamura ponía a prueba toda la maniobrabilidad de su aparato intentando hacer unos giros imposibles para tratar de acercarse a aquellas luces que variaban sus posiciones con una facilidad increíble.

Mientras intentaba aproximarse, Nakamura les gritaba a los de Control de Tierra que le diesen instrucciones en plena escena de pánico. Pero el personal de tierra no sabia qué hacer. Nunca se les había presentado un problema semejante ya que hasta entonces nunca se había dado la orden de disparar con la posibilidad de crear graves consecuencias internacionales en caso de ser aeronaves de una potencia extranjera.

Por otro lado aquellos objetos misteriosos con una tan enorme capacidad de maniobra representaban un peligro real al desconocerse en absoluto cuáles eran sus intenciones y al mantenerse en un completo silencio, sin contestar a los requerimientos que se les hacían para que se identificasen. Mientras Nakamura seguía pidiendo instrucciones, el mayor Kubota intentaba mantener la calma. Atención a los diálogos:

  • Kubota.—Los estamos persiguiendo…, son tres, no uno…
  • C. de T.—Los tenemos en pantalla, pero estamos viendo movimientos que no pueden ser reales…, aquí hay algo raro…
  • Kubota.—Es que son objetos no identificados, repito, ¡ovnis! No son aviones; repito, ¡no son aviones! ¿Qué instrucciones nos dan?
  • C. de T.—No estamos preparados…, esperen…

En tierra trataban de entrar en contacto con las altas autoridades militares, pero a aquellas horas no era nada fácil encontrar a nadie de rango que diese una orden y asumiese una responsabilidad. Los segundos se hacían eternos y Nakamura trataba en vano de acercarse más a aquellos elusivos objetos que a todas luces estaban pilotados por personas inteligentes y que poseían tecnología muy superior a la de su avión Phantom. Mientras esperaban ansiosos unas instrucciones que nunca llegaron, vieron cómo uno de los ovnis se separó de los otros y se dirigió hacia ellos; el corazón se les heló cuando vieron que del ovni partían una especie de balas luminosas que pasaron rozando los extremos del ala, según sus propias declaraciones.

Cuando el ovni pasó muy cerca, pudieron observar su gran tamaño, comparable al de un C-5A entonces el avión más grande del mundo, que tenía una especie de ventanillas cuadradas y estaba rodeado de unos halos de luz. El Phantom no había tenido daño alguno, por lo que se puede deducir que tanto los rayos plateados como las balas luminosas que les habían lanzado segundos antes solo eran advertencias de que desistieran en su persecución.

Y es en ese momento cuando sucedieron dos cosas importantes: cuando el ovni se acercaba, el teniente coronel Nakamura, harto de esperar órdenes y a punto de sufrir un ataque de nervios, se dispuso a lanzarle una andanada con el cañón de 30 milímetros, pero el ovni desapareció repentinamente de su vista como si lo hubiese adivinado.

Kubota comenzó a decirle:

—Tal vez no debiéramos…, pero nunca terminó la frase.

Los dos ovnis que repentinamente aparecieron en la parte de atrás del avión debieron ser los causantes de la tremenda explosión que sacudió al Phantom como si fuese una mota de polvo en el aire; la explosión vino de abajo, como si hubiesen hecho reventar la turbina, que es lo que constituye la mayor parte del cuerpo del avión.

Como efecto de ella, el mecanismo de eyección de los pilotos funcionó y lanzó a Kubota al vacío, mientras por un segundo veía los pedazos del avión extenderse por todas direcciones en el espacio. El teniente coronel Nakamura, al que no le funcionó el mecanismo de eyección, descendió junto con todos aquellos trozos que en medio de la oscuridad caían hacia tierra en medio de una atmósfera helada.

 

Otro Phantom F-4F

Otro caso famoso fue el acaecido el 11 de julio de 1973 al teniente Dieter Hummling y al sargento Konrad Wey mientras pilotaban sobre Munich otro Phantom F-4F de la Fuerza Aérea de la Alemania Occidental. Otro OVNI salió a su encuentro en medio del viaje.

El teniente Hummling le gritaba a su copiloto que preparase los cañones, el ovni (que repentinamente se agigantó en tamaño, llegando a tener 300 metros de largo y 100 metros de alto) se les echó encima, pero en vez de impactarlos los engulló sin hacerles daño alguno saliendo el Phantom por el otro lado del ovni y llevando únicamente como recuerdo de aquel misterioso encuentro una especie de quemaduras a lo largo de todo el fuselaje. El terror hizo que Konrad Wey se vomitase por toda la cabina mientras que Dieter Hummling sólo recuerda que le pareció que «había pasado a través de una nube mientras tenía la impresión de que salía de este mundo».

Ese detalle es impresionante por la explicación: una especie de agujero espacio-temporal en el interior de ese OVNI.

Control: El vuelo 1628

Ni qué decir tiene que las autoridades son perfectamente conscientes de todos estos incidentes y ocultan absolutamente todos los datos. Así ocurrió con el encuentro de un avión de pasajeros japonés modelo JAL-747 el 17 de Noviembre de 1986, en el que miembros del FBI y de la CIA, así como una delegación del gabinete del presidente Reagan se presentaron ante las fuerzas aéreas para reclamar toda la documentación de radar, un vídeo realizado desde la cabina (una de las joyas ocultas de la ufologia mundial) y todas las grabaciones de audio.

 

Aviones que directamente desaparecen.

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Vamos a abordar el caso de Frederick Valentich, el 7 de octubre de 1978, que volando con varios pasajeros su avión Cessna en Australia, vio cómo se le acercaba un ovni que hizo varias extrañas maniobras pasando repetidamente por encima de su avión. Valentich lo reportó varias veces por la radio a la torre de control y se notaba que estaba muy nervioso por lo que el ovni hacía. En un momento dejó de transmitir y nunca llegó a su destino ni se encontró rastro de él.

Flying Saucer, marzo de 1955

Y ¿qué diremos cuando el ovni se tragó literalmente al avión? He aquí lo que un testigo presencial le contó a la más seria revista sobre el fenómeno ovni de los años 50 y 60, la «Flying Saucer» de Londres. Se exponía un espectacular caso en el estado de Missouri (EEUU). Un testigo sin identificar declaro lo siguiente:

«Serían como las siete y media del día 9 de marzo de 1955. Yo me hallaba absorto contemplando el vuelo de un avión a reacción que venía en dirección hacia mí. Vi entonces cómo, casi de repente, un extraño aparato se colocó detrás de él y lo hizo desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Para ello aquel aparato abrió una gran puerta hacia el lado del avión, se lo engulló en un instante y luego se paró en el aire mientras cerraba su compuerta. A continuación ascendió y descendió durante unos 30 segundos y después se fue.Mientras ascendía y descendía pude ver que salía vapor o humo de unas como puertas o ventanas redondas que tenía en la parte alta. El aparato tenía la forma de una campana y era suficientemente grande como para llevar dentro muchos aviones como el que acababa de tragarse.Todo esto sucedió muy cerca de donde yo estaba, de modo que pude ver con toda claridad al avión y al ovni. El avión era un cazabombardero ligero. En la radio de San Luis, días más tarde, lo dieron por perdido, pues nunca apareció.Estos aparatos son la cosa más rápida que he visto en mi vida, porque pude cronometrar la velocidad de ambos al principio cuando el ovni se le acercó al avión. Aquél tardó sólo unos segundos en hacer el trayecto que al cazabombardero le había llevado tres minutos».

Quizá una de las claves de este asunto sea la continua presencia de aviones militares en estos incidentes, siendo la aviación civil menos profusa en la casuística. Por otro lado, la diversidad de casos expone también un gran abanico de motivaciones, de hechos consumados y de intenciones. Puede ser mas que posible que en base a las diferentes formas de actuar, y el la dispar fisionomía de los objetos envueltos en este tipo de incidentes, haya más de una inteligencia involucrada en el fenómeno de los encuentros extremos en el cielo.

Caso De los Santos Montiel, México. 1975.

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Este es el caso, narrado por el testigo:

«Me dirigía de Zihuatanejo a México D.F. volando solo a una altura de unos 15.000 pies en una avioneta Pipper. Cuando estaba intentando distinguir la laguna de Tequesquitengo noté repentinamente un objeto discoidal en el extremo de mi ala derecha casi tocándola. Aquello me llenó de asombro. Miré para el otro lado y me encontré con que había otro exactamente igual en el extremo de la otra ala, y un tercero justo frente a mí. Por un momento creí que iba a chocar con él pero cuando me acerqué, con un movimiento rapidísimo descendió y me evitó. «Yo para entonces ya estaba nerviosísimo, llorando y sin saber que hacer llamé al aeropuerto del D.F. y les dije lo que me estaba pasando. Al principio no obtuve respuesta y me imaginé que no me creían. Esto me puso aún más nervioso.

«El ovni que había estado frente a mí se había pegado a la parte inferior del fuselaje de mi avión y repentinamente me dio un golpe. Yo noté que mi aparato empezaba a ascender contra mi voluntad, y para sacar al ovni de allí se me ocurrió hacer descender el tren de aterrizaje. Pero fue inútil; los mandos del avión no me obedecían. Yo seguía ascendiendo contra mi voluntad y para entonces ya era presa del terror, sin saber en qué iba a parar todo aquello. Los ovnis de los lados seguían cada uno encima de un ala a escasos centímetros.

«En el aeropuerto habían suspendido todo el movimiento de aviones y estaban pendientes de los gritos que yo daba por la radio. Por suerte no me cambiaron el rumbo y el avión seguía volando directo al aeropuerto de la capital. Cuando me acerqué a la zona del Ajusco los ovnis se fueron, pero mi tren de aterrizaje seguía sin funcionar. Tuve que pasar repetidas veces sobre la pista de aterrizaje que estaba toda a mi disposición intentando sacar las ruedas.

«A la duodécima vez logré que el tren saliese aunque las luces de los mandos seguían sin funcionar. Corrí el riesgo de que el tren volviese a meterse al tomar contacto con tierra. Pero, por suerte, aguantó y pude aterrizar sin novedad tras haber vivido la aventura más extraña de mi vida.».

Ufopolis 2013

 

4 Comentarios

  1. Hola Vicente, me gustaría saber donde están las fuentes originales de los casos de aviación y donde puedo indagar más en el tema, gracias por la información.

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