Ya en los relatos mitológicos más antiguos la humanidad ha descrito maravillada como sugerentes entidades voladoras habían conquistado los cielos antes del amanecer de la civilización. Sorprendentes figuras en ocasiones humanoides y en ocasiones con características animalescas surcaban los aires ante la atónita mirada de aquellos antiguos hombres. Algunas de estas figuras incluso se mostraban poseedoras de algún artefacto que hoy en día identificaríamos como el responsable de levantar a aquellos entes del suelo.
El hombre quería volar y uno de los relatos más populares que ilustra el deseo del hombre por alzar el vuelo tal vez sea el de la trágica historia de Ícaro, que se hallaba cautivo en la isla de Creta junto a su padre, el inventor Dédalo por haber prestado su ayuda a Teseo para acabar con el Minotauro. Para conseguir escapar de su prisión, el inventor construyó unas alas con cera y plumas para sí y para su vástago. Consiguieron escapar volando de la isla pero Ícaro, desoyendo las advertencias de su padre, voló demasiado alto y el calor del sol derritió la cera que sostenía las plumas de sus alas artificiales provocando que éste cayera al mar y muriera ahogado.
Las figuras humanas volando con alas artificiales son parte de la iconografía antigua de varias culturas pero se han dado en el s. XX extraños avistamientos cuyas descripciones se asemejan poderosamente al relato de Ícaro.
Uno de ellos ocurrió en 1936 y fue protagonizado por una niña de 15 años de edad llamada Loznaya mientras se dirigía hacía clase en la provincia de Pavlodar en Kazakhstán. El camino que la chica kazaja tenía que recorrer todas las mañanas era solitario y tranquilo pero el día de su extraño encuentro resultó ser todo lo contrario. En su camino Loznaya divisó una extraña figura oscura en el cielo y se paró ensimismada a observarla con gran curiosidad. Pronto se dio cuenta de que aquella figura tenía la forma de un hombre que iba vestido de pies a cabeza de color negro cuya cabeza se escondía en el interior de un casco que ocultaba sus facciones.
Mientras le observaba con gran avidez, aquella criatura cambió su rumbo de vuelo y, como si supiera que estaba siendo observada por aquella niña, se dirigió inexorablemente hacia ella. En ese momento la niña se horrorizó y mientras la silueta voladora se aproximaba pudo ver como portaba, en su espalda, un objeto que definió como una mochila de forma ovalada que emitía un tenue zumbido. Un sonido que se iba acrecentando a medida que la distancia entre ambos disminuía. Loznaya quiso entonces buscar un lugar donde esconderse de lo que identificaba como un peligro inminente, pero en el desolado paraje donde se encontraba no había nada que pudiese darle el deseado refugió. Corrió tanto como pudo presa del pánico mirando en derredor con la esperanza de encontrar algo en mitad de la nieve que gobernaba la zona pero, cuando volvió a mirar hacia arriba buscando a su perseguidor éste se había desvanecido.
Un evento similar tuvo lugar algunos años más tarde, en 1948 aunque al otro lado del mundo, en el estado de Washington. En Enero de aquel año, una mujer de origen polaco llamada Bernice Zaikowski relató una inusual vivencia a los periódicos locales. Ella se encontraba en su granja cuando escuchó un zumbido y tratando de dar con la fuente del sonido dio con un extraño ser que sobrevolaba su granja. La figura, de apariencia humana, volaba a una altura de 60 metros e iba sujeta a dos enormes alas metálicas que no parecían estar articuladas pues en ningún momento se movieron lo más mínimo. Aquel misterioso aeronauta portaba sujeto al pecho lo que parecía un panel de control que la testigo supuso utilizaba para definir sus movimientos. La granjera no podía dejar de mirar atentamente aquella maravilla que revoloteaba sobre su granja cuando sin previo aviso, aquel humanoide volador, simplemente ascendió a gran velocidad mientras retraía sus alas desapareciendo de la escena.
Poco tiempo después, hacia mediados de los años 50 una criatura parecida se dejó ver en el estado de Nebraska ante un aterrorizado testigo que publicó su experiencia utilizando un pseudónimo para evitar el escarnio público. Según relata, en la ciudad de Falls, se encontró con una figura humanoide de más de 2.5 metros de estatura con dos enormes alas pegadas al cuerpo que resplandecían con un brillo metálico y que al testigo le dieron la impresión de estar hechas de aluminio. Sobre ellas, en línea, se emplazaban pequeñas luces que parpadeaban con diferentes colores y de nuevo, esta criatura manipulaba una suerte de panel de control que estaba adherido a su pecho. El testigo pudo observar al extraño ser desde poca distancia pues se percató de que sus ojos eran de un azul muy pálido y que su piel parecía más bien cuero.
En este caso, parece que la criatura no se percató de que estaba siendo observada y tras manipular los controles, alzó el vuelo emitiendo un sonido silbante y desapareció dejando tras de sí a un horrorizado hombre que no consiguió dormir en mucho tiempo.
Cada vez son más los avistamientos de extrañas figuras voladoras, algunas de aspecto humanoide que parecen volar sin ayuda de ningún tipo de maquinaria, otras cuentan con enormes alas parecidas a las de las aves y algunas presentan un aspecto más monstruoso como los casos del famoso Mothman o el Hombre Búho. Sin embargo, son extraños los casos en los que algún testigo se encuentra con siluetas humanas que portan artefactos impropios para la época que les permiten viajar por el aire.
La naturaleza de estas extrañas visiones continúa siendo un misterio y abundan las posibles explicaciones al respecto. Tal vez se tratara de una sofisticada maquinaria militar en pruebas, o puede que fueran viajeros del futuro, quizás estos entes provengan de algún lugar más lejano aún. Un auténtico misterio sin respuesta, pero los relatos de estos testigos enuncian con claridad que estos seres consiguieron lo que el desafortunado Ícaro no logró.
Si os ha gustado el artículo os invitamos a ver el programa que hicimos sobre un extraño objeto con alas metálica y sobre Leonardo da Vinci, que además de diseñar alas para hombres protagonizó una serie de vivencias relacionadas con las visiones del futuro que son de lo más sugerente. Esperamos que ambos sean de su interés.
Fuente: Ken Gerhard’s »Encounters with flying humanoids».
LA MORALEJA DEL CUENTO ES QUE SI ELLOS DEMUESTRAN QUE SE PUEDE HACER, LO LOGICO QUE TODOS DEBIÉRAMOS TENER ESOS APARATOS PARA TRASLADARNOS COMO OPCIÓN A LOS MALDITOS COCHECITOS