El interés en silenciar el fenómeno se hace evidente en el esfuerzo incansable que se realiza por esconder, tapar, encubrir, velar y desacreditar cualquier detalle que tenga que ver con el mismo. Cualquier fragmento que pueda ser susceptible de convertirse en una pieza clave para completar el rompecabezas es feroz y rápidamente sentenciado a desaparecer.
Una manifestación de ello son los famosos hombres de negro que, en cada encuentro, se antojan más misteriosos que en el anterior. Una siniestra persona que, de pronto, llama a tu puerta y, muy cortésmente, te intimida para que calles con amenazas.
Esto es precisamente lo que le ocurre a Robert Richardson en el año 1976 tras un desafortunado encuentro mientras conduce por una carretera en la localidad de Toledo, Ohio.
Al girar en una curva, se encuentra con un extraño objeto en mitad de la vía y, aunque trata de frenar el coche, no tiene la distancia suficiente como para conseguir detenerlo completamente por lo que inevitablemente choca contra el singular objeto que nunca había visto antes, causando evidentes daños en su vehículo. Sin embargo, el objeto contra el que colisiona, desaparece casi instantáneamente.
Si bien el objeto se había desvanecido inexplicablemente, mientras inspecciona su coche en busca de daños, el conductor da con un trozo de metal, que parece haberse desprendido del misterioso cuerpo que hace unos momentos bloqueaba el camino, a causa del choque.
No tarda mucho en enviar la pieza metálica para su análisis a APRO (Organización para la Investigación de Fenómenos Aéreos) a quienes relata también su desconcertante suceso.
Parece que este hecho provoca una poco deseable visita en casa del Sr. Richardson poco tiempo después ya que dos hombres se presentan en su vivienda conduciendo un Cadillac negro. Por supuesto, ambos visten sendos trajes negros y preguntan por el incidente, lo que deja a su interlocutor cavilando ya que no había hablado de ello con nadie además de con su mujer y algún investigador de APRO.
Transcurre una semana y otros dos hombres de negro vuelven a llamar a su puerta. Uno de ellos de tez más oscura que su compañero y de ojos rasgados.
En esta ocasión demandan que se les haga entrega de la muestra metálica resultante del accidente. Cuando el Sr. Richardson les indica que no se encuentra en su poder, sino que la envió para analizar, la respuesta de los ‘’silenciadores’’ es una amenaza. Le instan a que la recupere y se la entregue, en caso contrario, las consecuencias las vería su mujer.
El Sr. Richardson nunca les hizo llegar el objeto aunque no tenemos constancia de que su mujer sufriera daño alguno a causa de esto y es que parece que los amenazantes hombres de negro no siempre cumplen sus amenazas o tal vez, no transciende cuando las hacen efectivas.
Según manifiesta el testigo, el Cadillac en el que se presenta la primera pareja es un modelo del año 1953, detalle que le deja sorprendido ya que se encuentra en un estado impoluto. Cuando comprueba la matrícula del vehículo, también descubre que no está registrado.
En esta ocasión, ninguno de los cuatro hombres de negro muestra algún tipo de identificación pero tampoco les es requerida por el testigo que, como muchos otros, no pone en duda que sean figuras de autoridad, aunque en otros casos, estos hombres sí se identifican como miembros de algún organismo militar que más adelante se comprueba falso.
Cada caso hace el rompecabezas más intrincado y dispone nuevos interrogantes acerca del fenómeno y de las enigmáticas figuras relacionadas con el mismo. El origen, la naturaleza, la motivación y el fin último de los hombres de negro permanece todavía en las sombras para, tal vez algún día, salir a la luz. Mientras tanto, estos hombres de negro continúan llamando a la puerta.
El fenómeno de los hombres de negro aparece incluso en el folclore de África, cuyos relatos se remontan a cientos de años atrás en la historia. Lo único variante en las culturas es la vestimenta: si hoy en Occidente es el terno impoluto negro, en las tribus de África los vigilantes vestían pieles de animales. En mi opinión el fenómeno ovni y el de los hombres de negro es el mismo, semejante a una empresa que cumple dos funciones análogas o complementarias.
Además, sus intenciones son enigmáticas. Existen casos donde el testigo de algún caso del primer o segundo tipo, estando pronto a olvidar el suceso que vivenció, de pronto es asaltado por estos silenciadores haciéndole entender que debe callar todo lo que sabe. Las intimidaciones a veces son más exageradas en este tipo de testigos más indiferentes o escépticos al fenómeno, como si quisieran conseguir el efecto contrario al planeado, probando más bien las reacciones de los intimidados antes que asegurar su silencio, que pasa a segundo plano.
Algo parecido a lo que comenta Anónimo es lo que se me acaba de ocurrir leyendo esta historia. ¿Y si estos hombres de negro lo que pretenden realmente es que se hable más de estos casos? Encubriéndolo como amenazas, lo que querrían sería impactar al testigo para que diera a conocer su testimonio y llamar la atención sobre dichos casos. No sé, es una teoría solamente.
Saludos.