Hoy en ufopolis vamos a estudiar un caso estupendo de encuentros del tercer tipo de esos que hacen que veamos el fenómeno con ojos de fascinación pero también de incomprensión. Ocurrió en Czluchow, Polonia, el 10 de agosto de 1979 y fue sacado a la luz por el investigador Krzysztof Piechota, siendo de esos incidentes que no dejan indiferentes. En aquella tarde calurosa, un residente de la mencionada localidad sacaba su barca del lago para pasar una estupenda jornada de relax y pesca. Atareado él, de pronto se dio cuenta de algo inaudito: un objeto oscuro estaba flotando sobre la superficie muy cerca de su posición. El pescador se quedó quieto intentando atisbar qué era aquello. Parecía una barcaza como la suya pero no podía ser posible ya que su velocidad y sus movimientos eran colosales. Lo hacía además en silencio, ese sepulcral silencio que parece envolver a todos los encuentros de este tipo. El agua no producía ondas. Parecía irreal, pero ahí estaba.
El caso es similar visualmente al del famoso Monstruo de Flatwoods, visto en 1952
Unos pocos segundos más tarde, el objeto se desvaneció detrás de un promontorio cercano a su posición, dejando al testigo totalmente boquiabierto. Y no lo había visto solo él. En la orilla, otro pescador presenció la misma escena con el mismo interés y la misma sensación de incredulidad pero éste lo pudo ver mejor y de hecho pudo ver cómo el objeto se sumergía entre la vegetación más cercana a la orilla. El primer señor de la barca estaba detenido, pero el de la orilla no se lo pensó dos veces, iba con sus perros y se marcó una carrera con ellos para tratar de verlo de primera mano. Tenía que estar en la orilla y tenía que poderse ver. Habría que imaginarse en esa situación con tus perros de caza, yendo a cazar… lo imposible.
Ni 20 pasos habían pasado de carrera cuando de pronto observó cerca del promontorio a dos seres vestidos de color oscuro moviéndose hacia el bosque. Tan tranquilos ellos. Los perros, nerviosos y locos por oler algo que impregnaba el ambiente enrarecido, estaban delante del testigo y corrían a toda velocidad hacia ellos. Los seres se percataron de los perros y cambiaron de dirección hacia ellos, como si deseasen enfrentarse. Algo hicieron, porque los perros de caza se dieron la vuelta inmediatamente gimiendo. Acto seguido, los seres volvieron a ponerse en marcha mientras el testigo andaba en dirección hacia ellos con gran cautela. Lo que le había hecho a sus perros se lo podrían hacer a él. Por eso, con cautela seguía mirando y observándolos.
La descripción es surrealista, pocas veces vista en el fenómeno
Muy grandes no parecían: 1,50 metros. Vestían un mono similar a los buzos, hermeticamente cerrado, pero con unas caderas desproporcionadas. En la zona de los ojos tenían un panel de cristal que les permitía ver. A ese surrealismo ufológico de las caderas y los cristales se le sumaba una especie de joroba que asomaba detrás del cuello. Humanoides buzos, jorobados, oscuros y quizá pasados de peso. Casi insuperable. Solo faltaba el detalle de las piernas, pero no se veían bien. Su movimiento era más bien robótico, no se correspondía con un andar bípedo. Más bien, se movían deslizándose por el suelo, incluso en zonas donde el terreno era escarpado o irregular. Caminaban con los brazos extendidos, dejando ver unos antebrazos curvados hacia abajo.
Los observadores vieron flotar a los seres desde el agua. Iban rodeados de un fulgurante halo de luz.
El testigo al verlos gritó como un poseso. Quería que se detuvieran, quería al menos verlos más de cerca pero aquellos seres no tenían ningún tipo de intención de detenerse, es más, comenzaron a aumentar su velocidad de manera vertiginosa. Tan rápido fueron que prácticamente se desvanecieron en el bosque. Al adentrarse con sus perros, el testigo se dio cuenta de que éstos no se comportaban como siempre. Decidió seguir, pero se quedó preocupado. Paso a paso fue metiéndose en el bosque hasta que de repente pudo observar algo que le dejó estupefacto, una luz inmensa y muy brillante a una distancia de 100 metros sobrevolaba las copas de los árboles en un descenso hacia un conocido claro del bosque. Comenzó de nuevo la carrera suicida dejando esta vez a los perros atrás.
La iconografía del caso enlaza con los momentos más bizarros del fenómeno ovni en su historia
Quería verlo. El objeto bajaba y el hombre se acercaba. Cuando aquella inmensa luz estaba a unos 30 metros de altura el testigo llegó a observar parte de sus características morflógicas: rectangular, con los bordes redondeados y expulsando haces de luz de color verde azulado. En el centro, luces de color blanco refulgente. El avistamiento se iba haciendo cada vez más espectacular hasta que en el mejor momento de la «función»… aquello se levantó en el suelo y se fue. El fenómeno ovni no espera a nadie.
Ninguna marca en el terreno, y solo el testimonio de dos hombres de distintos perfiles hacen de este caso, algo que se suma a una serie de testimonios similares como el caso Conil, ocurrido en Cadiz en Septiembre de 1989 con unas características casi idénticas. Un avistamiento sobre el agua, dos seres aparentemente saliendo del mar hacia el interior, una sensación extraña en el ambiente, una descripción absurda y brutal. En este caso de Polonia, al parecer los perros estuvieron bajo tratamiento médico veterinario por parálisis en sus mandíbulas superiores tras haber estado a solo dos metros de aquellos extraños humanoides de tan extraño aspecto.
El aspecto de los seres enfundados en un mono de buzo venía acompañado de la capacidad de volar
¿Cómo afrontar este tipo de cosas? Lo cierto es que este tipo de casos, tan extremos y vestidos de ese halo surrealista son bastante comunes dentro de la ufología. El manto que recubre el fenómeno de extrañeza parece tan grande y variado que no hay por donde cogerlo. Las descripciones se multiplican exponencialmente en medidas y aspectos diferentes. Es como si cada vez se presentase de una forma diferente. La iconografía también es extraña. Un objeto submarino, dos seres, un trayecto, un ovni y una recogida. Es como una escena, una presentación y quizá algo que no debería haber visto nadie. ¿Qué opináis sobre este tipo de encuentros? ¿Responden a un patrón determinado? Si os ha gustado la entrada, os recomendamos que veáis el caso Jordan Ontario, surrealista como pocos pero fascinante a la vez como éste. Esperamos que sea de vuestro agrado.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies