En mi ciudad, Madrid, hay algunos sitios tocados con la varita mágica de lo que se hace llamar «misterio». Lugares con una gran casuística de psicofonías, apariciones fantasmales, voces y gritos en salas vacías, puertas que se abren y se cierran solas, alarmas que saltan sin que se encuentre la causa técnica de este fallo o incluso susurros en la oscuridad sin explicación aparente. Estas son las características de algunos eventos que llevan años repitiéndose en el Museo Reina Sofía, que arrastra una leyenda negra consigo basada en testimonios de algunos trabajadores que dicen haberse encontrado con lo desconocido.
Fotografía actual del museo
Tenemos que viajar con nuestra máquina del tiempo al siglo XVI, a ese Madrid primigenio y decadente en donde la pobreza roe unas calles llenas de miseria. Había que construir un albergue para las personas sin techo y los condenados a muerte por las gripes y la necesidad, reunirlos a todos o a la mayoría de ellos en un lugar determinado. Este albergue fue expandiéndose con el paso de los años y acabó convirtiéndose en el Hospital General, inaugurado en 1787 por Carlos III y por él pasaron miles de personas a lo largo de los años. Las condiciones no eran las mejores y el lugar estaba bañado de un hálito de muerte visceral. Enterramientos en el subsuelo, fosas comunes y un sin fin de espantos eran el día a día de este lugar infernal digno del mismísimo Torquemada. Había pocos recursos y mucha necesidad. Y nadie daba más dinero. Ya en el siglo XIX comenzaron a surgir historias de fantasmas que subían a las habitaciones de los enfermos para informarles de su próximo fallecimiento, así como extraños avistamientos de lo que llamaron «duendes en la oscuridad». ¿Visitantes de dormitorio hace 150 años?
Poco a poco Madrid fue creciendo y los enfermos se fueron distribuyendo por diferentes localizaciones. En 1965 se cerró aquel hospital y todas las instalaciones fueron invadidas por cientos de gatos, el animal que más veces se ha identificado con la muerte en las culturas antiguas junto con la serpiente. Menos mal que en Madrid capital no hay serpientes, porque casi sería de suponer que habrían ido para allá. En 1977 en plena transición española, el edificio fue declarado patrimonio artístico de la ciudad y se decidió aprovechar todos los edificios para hacer un gran centro de arte moderno. El Museo Reina Sofía empezaba a nacer de las cenizas de aquel hospital de mal agüero.
Los tétricos sótanos del museo
Las obras de reacondicionamiento fueron polémicas porque se encontraron todo tipo de restos humanos óseos en sus catacumbas. Habría que haber visto las caras de los operarios al descubrir cientos de huesos en sus operaciones de ingeniería. En 1991 de hecho se llegó a descubrir a tres monjas momificadas enterradas en la capilla del antiguo hospital, a día de hoy utilizado como sótano, siendo el lugar donde se producen la mayoría de anomalías registradas en esta peculiar edificación.
En 1992 diferentes investigadores del grupo Hepta, dirigidos por el sacerdote José María Pilón decidieron entrar en estas instalaciones para comprobar in situ lo que un grupo de trabajadores comentaba al respecto del funcionamiento anormal de los ascensores. Habían pasado todo tipo de mantenimientos y por el día funcionaban con normalidad, pero durante la noche se ponían en marcha solos, como si alguien intercediera en las células fotoeléctricas y las puertas se abriesen y cerrasen. Era imposible, pero ocurría cada vez con más frecuencia. Uno de los hechos más representativos de este enigma es que todo comenzó a fluir cuando se produjo el traslado del famoso cuadro del Guernica de Pablo Picasso (que representa los bombardeos franquistas y nazis a la localidad vasca). Quizá el propio simbolismo, la mente global, el inconsciente colectivo o lo que significa ese cuadro activó resortes desconocidos dentro del continuo espacio-tiempo, favoreciendo la aparición de estos sucesos. Sea como fuere, aquello funcionó como un catalizador. Se sucedían las voces, los susurros, las apariciones y los encendidos y apagados de luces sin fallos eléctricos. El grupo hepta también recogió voces de niños y mediciones de campos electromagnéticos alterados. Parecía que todo iba bien en serio.
El Guernica de Picasso, catalizador de los eventos paranormales del museo
Los trabajadores hablaban y comentaban. Podría ser el espíritu de un sacerdote del hospital a manos del ejército franquista que murió torturado durante la guerra civil en una zona del hospital que servía como celda de castigo y cámara de torturas. Podrían ser las tres monjas momificadas buscando justicia por una muerte quizás atroz. Habladurías, conversaciones off the record. Un ambiente más que curioso. Pero también un ambiente donde crecía el miedo entre los trabajadores del turno de noche.
Fotografía de una supuesta aparición fantasmal de una monja a principios del siglo XX./M.Frondoni Lacombe
Otros se lo tomaron la obra e incluso hicieron una sesión de ouija en donde supuestamente habría aparecido un espíritu que habría alertado de una muerte cercana relacionada con uno de los integrantes de la mesa. A los pocos días un familiar de uno de los vigilantes se mataba en un trágico accidente de tráfico. Podría haber sido una casualidad, pero algunos pidieron el traslado del puesto de trabajo porque vivían su jornada laboral mirando prácticamente para atrás en cada esquina. El tiempo fue pasando y los sucesos iban y venían pero en octubre de 1997, un antiguo vigilante del Reina Sofía denunció estos sucesos a la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Había pedido una baja por depresión tras asegurar haber visto fantasmas en los pasillos y salas de los sótanos del museo e incluso reclamó a la Consejería que realizase un exorcismo para limpiar su lugar de trabajo. Parecería una locura, pero podemos suponer que hasta llegar a ese extremo, un hombre tiene que haber visto mucho y pasado mucho para jugarse su honor y su puesto de trabajo con algo así.
Pasillos del museo
Finalmente fue trasladado y sus sudores fríos y su malestar acabaron cuando se cambió al nuevo turno de día. Medio Ambiente cerró este incidente con un breve y sorprendente mensaje público: «en virtud del Estatuto de Autonomía, la Consejería carece de competencias en fenómenos paranormales». Y por una vez, podría decir que estoy de acuerdo con ellos.
¿Qué enigmas se ocultan en este extraño emplazamiento a día de hoy?
Siempre se ha hablado de miedo a perder el puesto de trabajo si se comentan este tipo de cosas y tal y como están las cosas parece improbable que nadie vaya a pedir una baja laboral por este tipo de asuntos a día de hoy, aunque eso no significa que los fenómenos hayan parado. Nos quedamos con la idea de la explosión de los casos a raíz de la entrada del Guernica. ¿Sería por la entrada masiva de visitantes? ¿O por su simbolismo de muerte interaccionando con la memoria histórica de un lugar marcado por la tragedia? Si te ha gustado esta entrada puedes ver el reportaje que hicimos con la foto de la dama marrón o el de la extraña foto del fantasma de los chinnery ¿Qué os ha parecido la historia? ¿Conocéis otros lugares de este tipo en vuestro lugar de residencia? Os esperamos en los comentarios.
Hola Vicente &Co.,
Quizá por el hecho de no sentirme especialmente interesada en los fantasmas, es que acepto con naturalidad la circunstancia de compartir el espacio de casa con un caballero.. Parece un señor de una edad medio avanzada y de aspecto más o menos «contemporáneo», ya que su vestimenta, aunque el tiempo no dé para una observación minuciosa por la velocidad a la que «pasa», parece ser jersey y pantalón. No veo su cara, o no alcanzo a verla, lo que más se evidencia es el tren superior, vestido con algo oscuro, y el inferior, caminando rápido y ataviado con un pantalón también oscuro, como de un marrón parduzco.
Normalmente él transita por el pasillo y, como te digo, pasa rápidamente por delante de la puerta de la cocina (como alguien que va muy directo y a lo suyo), siempre abierta, y cuando yo me encuentro trajinando o sentada en una banqueta frente al ordenador (desconozco si tiene otros horarios, o recorrido alternativo). La distancia a la que me encuentro de él, pués entre uno y dos metros. Si estoy de pié frentre a la encimera, pasa por mi lateral derecho, donde está la puerta, lo veo mucho más que de reojo, y aunque yo salgo corriendo al pasillo tras él, y miro en la dirección hacia la que parece dirigirse, ya no está.. Cuando estoy sentada frente al ordenador sobre la encimera opuesta, enfrentada a la anterior, como ahora, tengo una visión mucho más amplia de la puerta por la propia posición de la banqueta giratoria, que mira hacia allí, lo que me permite ubicar mis piernas lateralmente ya que la encimera sobre la que trabajo se sostiene sobre una pequeña armariada que impide colocar los piés debajo como si de una mesa normal se tratase.
A mi juicio ,el personaje en cuestión podría ser perfectamente mi padre, si no fuera porque éste (aún vivo), o bien no se encuentra en casa en tales ocasiones o, en el supuesto de que esté en el domicilio, su condición de anciano enfermo no le permitiría hacer esos pases a semejante velocidad, ni desde luego con tal sigilo..
No sé si es una imagen impresa, o tiene más chicha, si es cosa mía, o si realmente «convivimos», vaya Ud. a saber.
Pero insisto, parece mi padre..
Mis respetos, y un saludo.
Hola! Quizas sea el padre de tu padre o algun otro familiar? Las semejanzas a veces se heredan. O tambien pudiera ser alguien que vivia por el vecindario y se quedo en tu casa, porque el ambiente es mejor ahi. Eso le pasaba a un conocido, que tenia un señor viviendo en su casa desde que la construyeron, que usaba las puertas y era como si viviera ahi. Lo mas entretenido era que el fantasma lo despertaba cuando se quedaba dormido, golpeandole el lado de la cama. Sabia que era el porque alcanzaba a vislumbrarlo cuando despertaba.
Nada raro, segun mi opinion. Lo raro no es ver los fantasmas, sino cuan cerradas estan las conciencias que los hacen invisibles a los ojos de las personas.
Por otra parte (lo pondre aqui en la respuesta a Coco) aqui en Santiago de Chile, hace algun tiempo hubo un revuelo porque cierto edificio de oficinas que habia sido construido sobre un terreno que habia sido la carcel mas antigua de la cuidad tenia mucha actividad paranormal. Esa carcel habia sido usada por siglos y despues de la vuelta a la democracia habia sido cambiada de lugar y el terreno como era centrico, lo vendieron a privados. Debieron los privado limpiar de fantasmas tambien antes de construir…!
Interesante nota, me gusto saber mas de la historia de Madrid. Siempre que leo algo asi me gustaria subirme a la maquina del tiempo e ir a ver con mis propios ojos como era el lugar y la gente en esa epoca.
Saludos Vicente!
Hola Vicente,
¡Vaya relató el de hoy!
La verdad es que todas las cosas de fantasma me dan bastante «yuyu» pero puede más mis ganas de conocer y ver qué hay más allá.
En este caso me inclino más por la teoría de que de alguna forma la gente que murió de manera trágica en el lugar aún ande vagando por el mismo.
En Monterrey, la ciudad donde vivo, hay bastantes lugares con casos similares…
Saludos :)
Hola Natalia,
Muchas gracias por tu comentario. Aprecio muchísimo lo que dices, me has leído la mente, jaja!
Sí, francamente, tanto si este tipo de eventos se sostienen sobre algún residuo de energía mental o emocional, una zona o fuerza sutil del ser fuertemente enfocada, por necesidad, en algo o alguien de este plano y que, en consecuencia, no alcanzase a desprenderse del más acá, de diluirse.., como si no es más que una «película» vacía, una especie de grabación, más bien, como tú muy bien apuntas, encabezaría las posiciones algún abuelo o bisabuelo, o ambos a la vez, tanto por parte de padre como de madre..
Saludos a tu tierra, mi gran favorita.
Siguiendo con las coincideincias, aquí en esta ciudad también se ha reconvertido el antiguo centro penitenciario en un edificio de oficinas de la administración pública, y siempre prensamos que ahí adentro debe quedar mucho «plancton»..
En fín, ahora ya no están los presos sino los funcionarios, como presintió Berlanga, «Todos a la cárcel», jajá..
Saludos Vicente y equipo.
Hace unos meses viví en carne propia el llevarme a casa una de estas almas del Reina Sofía. Causualmente acompañé a un amigo a una visita guiada del Guernica. Al salir comencé a encontrarme rara, es decir, a sentirme como cuando algo se ha enganchado a mi pidiendo atención (yo le llamo tener bicho). Al principio no tenía claro que o quien era. Junto con otra amiga nos pusimos a ello y vi claramente el momento después del bombardeo de Guernica. Esta alma era de una señora muy mayor, estaba sola en el silencio de ese lugar destruido, familia, vecinos, muertos, bajo escombros. Lloré mucho y sentí un gran dolor en mi corazón. Nos costó bastante acompañarla ya que estaba muy enfadada por la falta de reconocimiento hacia lo allí ocurrido. Finalmente se marchó una vez que me comprometí con ella.
Para mi fue una experiencia dura y liberadora. Para ella imagino que mucho más.
Gracias y abrazos
Saludos a Vicente y a Cristina
El 30 de noviembre de 2010 acudí, dentro de una visita guiada, a conocer las instalaciones del Reina Sofía. No conocía nada de su historia pero me encanta el arte y nos ofrecieron verlo en privado a un grupo, ya que ese día el Museo estaba cerrado por descanso semanal. El ascensor con 12 personas dentro se paró entre las plantas 1ª y 2ª. Yo no me preocupé, pero la guía que nos acompañaba se puso muy nerviosa, lo que me llamó la atención ya que repetía por el walki talki a los de mantenimiento que «ya estamos con el jueguecito de siempre». 10 minutos parados, a una de las personas casi le da un mal, ya que tenía un poco de claustrofobia.
Llegados a la segunda planta me asomé por el ventanal para ver el patio y sentí algo muy frió que me tocaba el hombro. Lo achaqué a una corriente de aire pero lo cierto es que sentí claramente una, o varias presencias.
Una vez en las salas, la guía nos iba explicando ciertos cuadros elegidos. Terminada la explicación, mientras salíamos sonaba la alarma indefectiblemente. Al principio lo achacamos a que era el día de mantenimiento y estaban probando las alarmas de las salas, pero el rictus y los nervios de la guía claramente manifestaban que aquello no estaba preparado. Los de mantenimiento corriendo de sala en sala como locos…no me cuadró con una prueba previa, máxime porque eran ya las 20 h. y eso se suele hacer por las mañanas, sin ningún tipo de público.
En la sala del Guernica la alarma saltó cuando entramos, en lugar de cuando salíamos. No pudo explicarnos nada hasta que no la pararon.
Yo sentía mucho frío casi de continuo y en un momento visualicé una de las salas con grandes colgaduras blancas desde el techo, que separaban grupos de camas, y monjas con palanganas en las manos que entraban y salían. Repito, no tenía ni idea de que ese edifcio hubiera sido un hospital.
La verdad, fue una experiencia muy extraña que no he olvidado. Ojala algún día pueda aclararse.